El obsequio de El Costeño que lo lanzó a la fama

El Costeño es uno de los comediantes con más prestigio del momento. Utilizando su perfil como humilde pero sincero lanchero de Acapulco, el Costeño aprovecha para hacer humor negro, casi sátira, de las costumbres actuales de los habitantes de este lado del planeta.

Javier Carranza es el nombre del humorista que creó a aquel personaje de la costa y como él confiesa en entrevistas, nunca hubiera pudido llegar a dónde está, de haber confiado en el azar. El Costeño tuvo que recurrir a planes fuera de lo comunes para que pudiera existir.

Carranza antes de ser El Costeño trabajaba como ventrilocuo e interpretaba a otros personajes en centros nocturnos de Acapulco. No le iba mal pero él quería ser famoso, quería ser conocido en todo el país. Así que con la ayuda de su esposa idearon una estrategia para que lo tomaran en cuenta los otros comediantes más consolidados.

Cuenta Javier que con lo que le sobraba de sus show, compró canastas de mimbre, las rellenó con dulces típicos de la región de Guerrero y las envió a otros comediantes famosos. En este regalo, había una pequeña nota de presentación que decía:

"Soy un humorista acapulqueño en la búsqueda de ser tu amigo. No te estoy pidiendo nada, pero quiero que sepas que acá hay un humorista que está luchando".

Uno de los que recibieron la canasta con dulces le llamó. Era Luis de Alba, quien ya entonces había ganado popularidad tras su programa El mundo de Luis de Alba.

Luis de Alba le dijo que iría a Acapulco por trabajo, y entonces lo invitó a trabajar con él. Javier Carranza se ganó la simpatía del humorista y así fue introduciéndose poco a poco en la televisión.

El Costeño llegó poco tiempo después luego de que Carranza conociera a más gente del medio quienes le recomendaron hacer un personaje de la costa, alguien que se burlara de los turistas de la ciudad.