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Jorge Ortiz de Pinedo: el comediante que revolucionó la arena artística de todo un continente

Para inaugurar nuestra nueva sección “Entrerisas”, el actor y productor abrió su corazón y nos contó, en exclusiva, cómo fue que asentó las bases de la comedia en México y Latinoamérica
Publicado 21 Jul 2021 – 12:03 PM EDTActualizado 22 Jul 2021 – 12:19 PM EDT
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Era el año de 1956 cuando Jorge Ortiz de Pinedo pisó un escenario por primera vez. A los ocho años de edad es usual que un niño juegue futbol y haga travesuras, pero para Jorge lo usual más bien era lo excepcional: desde que tenía memoria había visto a sus padres, un actor y una bailarina, hacer suyos los escenarios y ahí parado, por primera vez sobre esas tablas, era evidente que esa sangre de histrión corría por sus venas.

Sin embargo, pasaron muchos años antes de que Jorge Ortiz se encontrara frente a frente con su destino. Fue la enfermedad de su padre, que yacía en cama con hipertensión y diabetes avanzadas, la que le dio el campanazo para no seguir aplazando lo inaplazable. “Lo vi verdaderamente sufriendo, entonces fue ahí cuando dije ¡hey, atención! tu padre es el que sostiene la casa en donde vive tu mamá, tus dos abuelos, tu hermana y tu hermano, y tú estás fuera de tu casa, ¿qué va a pasar si él muere?”, contó Jorge en entrevista exclusiva con Distrito Comedia.

Tras esa reflexión, el histrión convino que debía enfocar su total atención en convertirse en un actor profesional, y así lo hizo. Nunca esperó a que las oportunidades llegaran, él siempre fue a buscarlas.

Desde que Jorge aprendió a leer por sí solo con sus cómics como único apoyo, se sabía que no era un niño convencional y que, por tanto, no estaba destinado a pasar desapercibido. Su pasión por las artes y por aprender más allá de sus posibilidades, lo llevó a colarse de oyente en la Escuela de Arte Dramático de Bellas Artes, pero su constancia fue lo que hizo que pasara de ser un aficionado que deambulaba por los teatros de revista de la Lagunilla, a un verdadero ícono a lo largo y ancho del continente.

Conforme su talento iba siendo conocido e iba ganando algo de dinero lo iba invirtiendo, compraba obras de teatro, contrataba a sus amigos para actuar...se arriesgaba. “Incluso llegué a empeñar mi coche y a perderlo en ese juego de riesgos. Pero seguía jugando y volvía a ganar y compraba otro coche y sin darme cuenta la gente iba conociéndome y reconociéndome”, recuerda el hoy padre de cinco hijos y abuelo de siete nietos.

Así fue como Jorge fue construyendo un legado para el mundo artístico en México y Latinoamérica, en donde hizo posible que el concepto de “ escuelita”, que según afirma, nació en la década de 1930, reviviera en 1990 con “Cero en Conducta” y más tarde, con “La Escuelita VIP”. Ambos marcaron un hito que, luego de 22 años, sigue vigente. De hecho, en programas matutinos y canales de televisión abierta en países como Nicaragua, Costa Rica y Perú, este modelo de comedia se sigue viendo actualmente.

La receta para deslumbrar al público contemporáneo, dice Jorge, no es distinta de la que cautivó a las generaciones de años atrás, pues para el comediante el público se compone de todas las personas con las que convivimos en nuestro día a día. “Aunque pasen los años, el público seguirá siendo público. Es y será siempre la gente que trabaja, la gente que se rompe el alma para darnos electricidad, pavimentos; el que recoge la basura, los abogados, médicos, contadores y oficinistas. Y todos, sin excepción, cuando llegan a ver comedia lo único que necesitan es relajarse, divertirse” puntualizó el actor, productor y director de 73 años.

El fenómeno del Dr. Cándido Pérez... y su regreso triunfal

Cuando, a finales de la década de 1980, le propusieron hacer la primera versión del icónico Dr. Cándido Pérez, Jorge aceptó gustoso, pero pronto detectó que la manera en la que se estaba haciendo no era la correcta. “Era una gran comedia y como tal, sabía que nos serviría mucho más hacerla con gente de teatro y con público en vivo”.

Pese a que ya se había hecho un esfuerzo en otra producción por meter público en vivo, nunca se había hecho en un formato como el del Dr. Cándido Pérez. Jorge tenía claro sus objetivos al empujar esta iniciativa: el primero, extraer risas genuinas, poderlas grabar y meter en los episodios sabiendo que se fabricaron de manera orgánica. El segundo, motivar a los actores, pues según explicó: “De la misma manera que cuando estás boxeando o jugando futbol y escuchas gritos a tu favor o ves el estadio lleno, te llenas de energía, un actor que escucha las risas cuando está haciendo comedia, se entusiasma”.

Esto, no obstante, implicaba un reto para la producción entera, pues se trataba de un programa “en vivo pregrabado”, es decir, que aunque no se transmitía en vivo, se grababa a cierta hora de la tarde y, al terminar, se iba a las cabinas para que salir al aire ese mismo día en la noche, lo que no dejaba lugar para retrasos o errores de gran magnitud.

Esto último, para Jorge, fue de lo más valioso y en donde probablemente radicó el éxito de esta y otras emblemáticas producciones que siguieron este modelo, como en su momento sería el mismo Cero en Conducta, pues el hecho de que no existiera tiempo para corregir errores, hacía que la gente los percibiera más humanos.

“Dejábamos de ser los perfectos actores que jamás se equivocan, que no pueden tartamudear y nos convertimos en personas reales”

Con esta estrategia, Cándido Pérez ganó tal popularidad que el número de personas que asistían a las grabaciones como público ascendía a las 500 diarias, lo que le permitió al actor adaptar esta historia a un show de cabaret y, posteriormente, viajar cinco años por la República Mexicana.

El pasado domingo 18 de julio, el Dr. Cándido Pérez volvió a las pantallas con Arath de la Torre como protagonista. ¿La razón? que Jorge no quería que esta exitosa historia se quedara, como él dice, “como un programa viejito que parece de museo”, pues es tan divertido que merece ser capturado en un formato de alta calidad y preservarse para futuras generaciones.

“Con esta nueva versión no voy a estar inventando, solo redescubriendo, rectificando y mejorando cosas”, puntualizó. A pesar de las limitaciones que la pandemia trajo consigo, el comediante, junto con sus hijos Óscar y Pedro, ideó la manera de volver a meter al menos a cien personas al foro para revivir el efecto logrado hace más de 30 años. “Seguimos todos los protocolos y hasta les pusimos una sonrisa en las mascarillas para que los actores no se sacaran de onda” cuenta el comediante.

Lo más especial de esta nueva adaptación, afirma Ortiz de Pinedo, es que los actores no intentaron imitar a los personajes que conquistaron al público hace unos años, sino que cada uno lo ha hecho suyo. “ Arath, por ejemplo, hace a Cándido apoyado por mis consejos pero con su propio sello. Va a estar fantástico” asegura Jorge, quien también precisó que lo más importante cuando se rehace un clásico, es hacerlo de manera original y auténtica.

La única manera que Jorge considera que existe para permanecer vigente y que la gente no se olvide del nombre de, por ejemplo, un actor, un escultor o un pintor es seguir actuando, esculpiendo, y pintando, “y eso es lo que yo he hecho, trabajar y trabajar”. El producto de ese arduo esfuerzo, es un legado invaluable que Jorge no tiene planes de dejar de construir pronto, y que hoy le permite voltear al cielo para decir, sin reparo, “Misión cumplida, papá”.

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