versos
Los versos más chistosos de la revolución mexicana
La revolución no sólo nos dejó héroes y villanos, sino también una comedia popular que se pasó de boca en boca.

La revolución mexicana nos dejó grandes novelas, personajes míticos, mayor igualdad laboral, y muchos chistes. En otra parte de esta página ya te mostramos algunos de los mejores chistes de la revolución , pero ahora queremos mostrarte algunos de los versos cómicos que se decían en la mismísima época del conflicto. Todos los versos se realizaron para engrandecer o criticar a los héroes y villanos de la Revolución, y eran bastante cómicos. Algunos de ellos necesitan un poco de contexto para hacer más gracia, como saber la famosa frase de Álvaro Obregón "Nadie aguanta un cañonazo de 50,000 pesos", con la que resumía que la mejor forma de ganar la guerra no era con las armas, sino comprando lealtades; o que Carranza murió en el pueblo de Tlaxcalantongo, Puebla.
Victoriano Huerta
Quiso alcanzar la victoria
el traido de Victoriano.
¡Como si victoria y ano
fuesen igual en la historia!
Venustiano Carranza
Si vas a Tlaxcaltenango
procura ponerte chango,
porque allí a Barbastenango
le sacaron el mondongo.
Los carrancistas
Ya se van los carrancistas,
ya se van por el alambre,
porque dicen los villistas
que se están muriendo de hambre.
El tesorero Espinosa
Ha fabricado una casa
y así se explica la cosa:
la tesorería escasa
y ésta en casa de Espinosa.
Francisco Villa
Como centauro se admira
todavía a Pancho Villa,
pero arriba de la silla
por una hembra suspira.
Muy romántico delira,
sus lagrimas son chubascos;
piensa: "Caballo y mujer
por igual deben tener
la ligereza de cascos".
Álvaro Obregón
Cuando Obregón se enteró
que el diablo no lo quería,
muy serio reflexionó
de que modos se valdría.
Obregón, inteligente,
siempre tuvo sus chispazos,
le vinieron a la mente
sus famosos cañonazos;
conferenció con Luzbel
para hacerle convenir
estar en todo con él
mediante los 50 mil.
Villa y Obregón
Estaban las tres pelonas
sentadas en una silla,
y una a la otra le decía:
"¡Qué viva Francisco Villa!"
Estaban las tres pelonas
sentadas en el balcón
y una a la otra le decía:
¡Qué muera Álvaro Obregón!